viernes, 5 de febrero de 2010
Moto y lluvia
Hoy cuando se largó el gran chaparrón, incluido uno de los máximos terrores porteños (el granizo), ví como un motociclista se pegaba un palo bastante fuerte y terminó tirado en la calle. Por suerte no le pasó nada, salvo unos raspones en el codo. Constaté como sirven los cascos en esas instancias, pero otra cosa me llamó la atención. Y no puedo justificarme en el hecho de ver que el pibe estuviera sano. Ya que se paró al instante y vino justo a la esquina donde estaba hablando por teléfono. No atiné siquiera a preguntarle si se sentía bien. 1 en ética ciudadana, por lo menos hoy.
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