...y la E Street Band.
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martes, 26 de noviembre de 2013
viernes, 24 de mayo de 2013
Querida Elsa
Esto lo escribí no hace mucho como presentación para un taller de escritura:
"Mi primer acercamiento a la literatura -ese doble
movimiento de leer y escribir- fue con ‘Tinke-Tinke’ de Elsa Bornemann. El
libro traía varias páginas en blanco para que uno pudiese crear sus propios
‘versicuentos’. Los míos no tenían mucho sentido, todos se titulaban “el loco”
y tenían el mismo final: alguien acababa muerto".
Querida Elsa: Siempre tendremos 'Socorro' y 'Tinke-Tinke'
(Q.E.P.D.)
miércoles, 3 de abril de 2013
jueves, 21 de febrero de 2013
Extra Bacon
Siempre me cayó bien Kevin Bacon. Aunque la cancheree como que siempre le faltan 5 pal peso. Hasta me clavé esa bazofia llamada Quicksilver en más de una ocasión por cable, también dos buenas comedias románticas como El dijo, ella dijo y Piratas (gran peli para entender la Generación X, casi tanto como la de la Ben Stiller o la de Cameron Crowe: Singles). Así que me gustó mucho escribir esta nota sobre su serie The Following junto con un análisis sobre la violencia representada en la TV.
lunes, 4 de febrero de 2013
jueves, 27 de diciembre de 2012
El hombre del baño
Estábamos en el baño del bar 'Espero Infinito' con mi amigo Tebo, y no nos podíamos acordar el nombre de una canción. Meábamos, tareábamos y nos quemábamos la cabeza, a los gritos pedíamos una ayuda a los cielos que nos diga el nombre de quien la cantaba y el del tema. Ahí entra el hombre al baño, que no fue Rudy Chernicof, sino Sebastián Rubín y dicta: Lisa Loeb-Stay. Hoy salió esta nota en Página/12 por su vuelta de un único show con Grand Prix.
lunes, 19 de noviembre de 2012
El mimo que habla
Una vez hablé con Marcel Marceau. La charla fue breve, aunque un poco más larga que aquella escena de una película de Mel Brooks en la que el mimo es el único que habla (sólo dice: ¡no!).
Esto sucedió en la puerta de Canal 13 -vivía a una cuadra de allí- bien entrados los '80. Mi mamá lo reconoció porque había estado viendo el programa de Fernando Bravo donde lo habían entrevistado. Habíamos salido por unas compras y ¡pum! el mimo más famoso del mundo sin maquillaje. Cuando lo tuve enfrente mi mamá me dió un empujoncito y me pidió que le hablara en francés. Dije lo primero que se me vino a la cabeza, recordé una frase de la lección de ese día con Madamme Susan en el colegio Mariano Acosta.
-Vous etes une poupée.
-Ah, bon -respondió sorprendido-. Mais Je suis un mime -corrigió-.
Esto sucedió en la puerta de Canal 13 -vivía a una cuadra de allí- bien entrados los '80. Mi mamá lo reconoció porque había estado viendo el programa de Fernando Bravo donde lo habían entrevistado. Habíamos salido por unas compras y ¡pum! el mimo más famoso del mundo sin maquillaje. Cuando lo tuve enfrente mi mamá me dió un empujoncito y me pidió que le hablara en francés. Dije lo primero que se me vino a la cabeza, recordé una frase de la lección de ese día con Madamme Susan en el colegio Mariano Acosta.
-Vous etes une poupée.
-Ah, bon -respondió sorprendido-. Mais Je suis un mime -corrigió-.
jueves, 1 de noviembre de 2012
La caja de puchos
Estaba en la terraza tomando un café y fumando. Tenía dos paquetes de cigarrillos, uno en cada mano. El de Lucky tenía un sólo pucho, el de Phillips Morris varios. Coloqué al solitario en el segundo y tiré a la basura el que -ahora- estaba lleno. Claramente es un mensaje del subconsciente.
martes, 25 de septiembre de 2012
Get in the ring...
Foto de la gran Ceci Salas. Aquí estoy juguteando con el cabezal de Yamil Peralta. Llámenme "el misterio de Ucrania" Lisica. Sé que otros me dirán "El disperso" o "Moustache". También están bien...
miércoles, 28 de marzo de 2012
Pai e Filho
El tercer tema del recital del martes de Caetano Veloso con su hijo Moreno -cuarto a lo sumo- se referería al color mixturado de su piel. Ese "yo no se qué" tan natural, seductor y juguetón que tienen sus temas y persona. En ese momento me acordé de 'Cosa di blacks', un proyecto de radio de Michel Peyronel dedicado a la música negra. Juro que por adentro me reí mucho, y recién ahí empecé a disfrutar del show, a irme más allá del asiento 15 en la fila 24 del pullman.
Una hora y media antes, la situación era la siguiente. Con mi novia salimos de casa con el tiempo exacto como para que el suicida en la estación de tren de Urquiza le sumara dramatismo y caos al viaje hasta el Gran Rex. El giro invernal del clima volvió la cosa más violenta: Te juro Caetano que en ese punto se me estaba complicando sintonizar con Bahia.
No pudimos tomar el fernet -con menta me la juego- que servirían en los stands, pero sí llegué a saludar al hermano de Daro (alguien fundamental en esta historia).
Era la primera vez que veía a Caetano "ao vivo" así que esperaba mucho. Podía defraudarme: Nada de eso, nada de eso. Fue un recital orgánico, intimista, una experiencia verdaderamente purificadora. Empezando por el escenario pelado. Al dúo le bastó con un par de luces, dos guitarras y una pandereta como para que brillaran las canciones. Saudade y a la bolsa.
¿Clásicos? Ese de nombre larguísimo pero que remata con un "ile aie", 'Coracao Vagabundo' (con Moreno en un tono mucho más femenino que el de Gal Costa en la versión original), 'O Leaozinho' y la piel que se te pone de galina...
Los temas del arcón -ojo- me gustaron aún más.
El clima fue muy relajado. Contaron historias de canciones que compusieron por separado, juntos, o de otros. Salvo las chicanas entre padre e hijo que al principio las sentí, pero de hincha que soy nomás, un poquito preparadas. Imagino que eso debe suceder a un nivel terrible entre Serrat y Sabina. Luego se fueron ablandando. Hasta tuvieron el decoro de hablar bien de los asistentes en portugués. "Como dice Joao Gilberto, ustedes son su público", regaló Caetano.
Moreno jugó bien su rol, sabe el lugar que ocupa el papón y no trató de emularlo (muy mal le iría), me gustó mucho su seseo y el carraspeo al cantar. Caetano, por su lado, es armónico hasta cuando no llega al tono (sucedió en contadísimas ocasiones). Sigue teniendo un plafón rocker que vuelve al pifie algo necesario. Escuché algún comentario a la salida del tipo "que grande que está..." Firmo ya con un pacto con el diablo de la cachaza para llegar a los 69 y sambar de improviso como él sobre el escenario.
Sobre el final, Nacho Rodriguez subió a escena acompañado por la gente de El Arca -la ONG a la que padre e hijo donaron sus cachets-. Hicieron su canción 'Mambeado'. Y que Caetano cante un tema tuyo... Supongo que al de Onda Vaga se le debe haber empequeñecido, agigantado, explotado, temblequeado el corazón, todo eso a la vez.
A la salida me volví a encontrar con Damián, el hermano de mi amigo Daro, quién en el ¿92? ¿93? me insistió que lo acompañara a ver un recital de Egberto Gismonti en el Ópera. Al pianista lo acompañaba Jaques Morelenbaum en violoncello.
-Ese es el arreglador de Caetano Veloso -me habrá dicho-
-Mirá vos... -le habré respondido-
Y así se concatenan las historias, las músicas, los discos, las amistades, y casi dos décadas después estaba enfrente viendo a otro brasileño monumental.
Una hora y media antes, la situación era la siguiente. Con mi novia salimos de casa con el tiempo exacto como para que el suicida en la estación de tren de Urquiza le sumara dramatismo y caos al viaje hasta el Gran Rex. El giro invernal del clima volvió la cosa más violenta: Te juro Caetano que en ese punto se me estaba complicando sintonizar con Bahia.
No pudimos tomar el fernet -con menta me la juego- que servirían en los stands, pero sí llegué a saludar al hermano de Daro (alguien fundamental en esta historia).
Era la primera vez que veía a Caetano "ao vivo" así que esperaba mucho. Podía defraudarme: Nada de eso, nada de eso. Fue un recital orgánico, intimista, una experiencia verdaderamente purificadora. Empezando por el escenario pelado. Al dúo le bastó con un par de luces, dos guitarras y una pandereta como para que brillaran las canciones. Saudade y a la bolsa.
¿Clásicos? Ese de nombre larguísimo pero que remata con un "ile aie", 'Coracao Vagabundo' (con Moreno en un tono mucho más femenino que el de Gal Costa en la versión original), 'O Leaozinho' y la piel que se te pone de galina...
Los temas del arcón -ojo- me gustaron aún más.
El clima fue muy relajado. Contaron historias de canciones que compusieron por separado, juntos, o de otros. Salvo las chicanas entre padre e hijo que al principio las sentí, pero de hincha que soy nomás, un poquito preparadas. Imagino que eso debe suceder a un nivel terrible entre Serrat y Sabina. Luego se fueron ablandando. Hasta tuvieron el decoro de hablar bien de los asistentes en portugués. "Como dice Joao Gilberto, ustedes son su público", regaló Caetano.
Moreno jugó bien su rol, sabe el lugar que ocupa el papón y no trató de emularlo (muy mal le iría), me gustó mucho su seseo y el carraspeo al cantar. Caetano, por su lado, es armónico hasta cuando no llega al tono (sucedió en contadísimas ocasiones). Sigue teniendo un plafón rocker que vuelve al pifie algo necesario. Escuché algún comentario a la salida del tipo "que grande que está..." Firmo ya con un pacto con el diablo de la cachaza para llegar a los 69 y sambar de improviso como él sobre el escenario.
Sobre el final, Nacho Rodriguez subió a escena acompañado por la gente de El Arca -la ONG a la que padre e hijo donaron sus cachets-. Hicieron su canción 'Mambeado'. Y que Caetano cante un tema tuyo... Supongo que al de Onda Vaga se le debe haber empequeñecido, agigantado, explotado, temblequeado el corazón, todo eso a la vez.
A la salida me volví a encontrar con Damián, el hermano de mi amigo Daro, quién en el ¿92? ¿93? me insistió que lo acompañara a ver un recital de Egberto Gismonti en el Ópera. Al pianista lo acompañaba Jaques Morelenbaum en violoncello.
-Ese es el arreglador de Caetano Veloso -me habrá dicho-
-Mirá vos... -le habré respondido-
Y así se concatenan las historias, las músicas, los discos, las amistades, y casi dos décadas después estaba enfrente viendo a otro brasileño monumental.
jueves, 15 de marzo de 2012
Michael Cera y su piña (pero piña de un árbol)
La entrevista con el actor de Juno por su libro Piña que hoy salió publicada en el NO. Gracias Ana por el contacto.
Si existiera algo como “las divinas proporciones” del mundo indie, la fisonomía debería quedar para Michael Cera con su cara de “ciertamente no sé qué carajo hago acá… ¿o sí?”. Hace cinco años, con el éxito de Supercool y La Joven Vida de Juno, este canadiense nacido en 1988 se transformó en una de las figuras más prototípicas del cine del norte. De forma casi natural, a sus portarretratos de antihéroes incómodos, algo tímidos, pero con la respuesta exacta y cierto encanto para ganarse a la chica de la película, le fue sumando un exquisito gusto fuera de la pantalla en otros campos. Los deditos de su anatomía renacentista se dedicaron a difundir -y hacer- buen rock, a jugar de forma semiprofesional al tenis y a interesarse por la fotografía; una última mano apunta hacia la carátula de su libro.
Piña, su primera obra de ficción, narra el trance de Carroll Silver, un actor de cine al que se le pasó el cuarto de hora en gran parte por la decisión de estelarizar la película que le da nombre al libro. No hace tanto fue un chico “apetecible”, pero ahora lo llaman para esas películas que dan por la tele de aire un sábado por la tarde (su último papel fue el de un entrenador de básquet para una comedia deportiva). En su derrotero recuerda al agente que ha despedido, cuenta el dinero que comienza a escasear, piensa hacer ejercicios cardiovasculares, flirtea con una chica de “uñitas repulsivas” que lo atiende en un local de comida rápida y maldice a cada uno de los que le recuerdan sus mejores interpretaciones. Como narrador, Cera es meticuloso y seco, con un humor incisivo, de nervio apagado, en donde no faltan las reflexiones sobre la industria que conoce muy bien por dentro. Justamente esa honestidad es clave, no se trata del artista que se prueba otro traje y detesta las comparaciones. La historia, el tono, los personajes, las referencias pop, cuadran dentro del universo de su creador, alguien que de chico soñaba con ser Dr. Pete Venkman -el personaje de Bill Murray en Los Cazafantasmas- y ahora está en Nueva York ensayando para la reposición teatral de “This Is Our Youth”. “Estoy tan ocupado que te pido algo de tiempo”, suplica Cera, discípulo sin saberlo de Andrés Calamaro en eso de ser entrevistado por mail.
-¿Cómo surgió la idea de Piña? ¿Cómo fue el proceso de escritura?
-Escribí la historia mientras trabajaba en una película, tenía mucho tiempo para distenderme y lo usé para mantenerme ocupado en mis días libres. Se me ocurrió rápido y el proceso también fue veloz, me sentía muy envuelto en el medio de la escritura.
-El personaje ama ser reconocido pero no acepta su fracaso. ¿Cómo lo describirías más allá de “no apetecible” y “amargado”, dos términos que aparecen constantemente en las páginas?
-Me parece que sus problemas van más allá de su gran ego. Creo que él no es capaz de amarse a sí mismo porque su éxito tempranero le ha generado una enorme expectación por todo, es como que se le hace muy difícil aceptar cualquier tipo de amor más allá del que se da a sí mismo.
-¿Has tenido tus lapsus a la Carroll Silver? Lo pregunto pues Piña establece algunas tensiones con lo que vienes realizando en el terreno de la actuación. ¿Fue premeditado?
-Nada en la historia fue premeditado, comencé a escribir cuando la idea se me apareció, y al terminarla se desvaneció. Creo que mi interés era escribir sobre un personaje que fuese un actor profesional. Porque los actores son personas por los que generalmente los demás no tienen ningún tipo de simpatía, lo cual hace fácil escribir sobre un tipo patético y que en cierta forma tenga gracia. Su fracaso es la gracia.
-Piña parece terminar justo en un punto de inflexión. ¿Se te ocurrió que sucedería después?
-Es difícil de decir. Creo que al final se pierde la oportunidad de crecer, Carroll está como trabado con los mismos problemas una y otra vez, por lo menos hasta que continúe pensando de la misma manera.
-Otra de las tensiones entre realidad y ficción es pensar en quién podría interpretar a Carroll Silver en una versión fílmica del libro. Los de la editorial se imaginaron a Bill Murray y entregaron un presskit con su imagen. ¿Matthew Perry de Friends? ¿Quién se te ocurre?
-No estoy muy seguro de quién lo haría en una adaptación. La edad es muy importante. Bill Murray es un poquito viejo para estar en un raro momento de toma de decisiones. Puede ser Luke Wilson en cinco años.
La recepción de Piña por el mundo de letras fue tan auspiciosa como auspiciada. Su primera publicación fue en la revista literaria “McSweeney's Quarterly”, y su editor, Dave Eggers (guionista del film Donde Viven Los Monstruos de Spike Jonze), señaló que se molestaría muchísimo si Cera “no tuviese la certeza de que va a seguir escribiendo y publicando más historias como ésta”. En cierta forma lo ha desilusionado. “No he escrito más desde entonces pero espero tener la suerte de poder hacerlo en algún momento”, asegura el actor. El run run generado por la historia sobre Silver (que Cera niega a reconocer como alterego) llevó a que Eggers, un tótem de la literatura norteamericana actual, lo compare con David Foster Wallace, el notable autor de Infinite Jest, reconocido por sus sátiras postmodernistas y que se suicidó en el 2008. “Eso sí que me sorprendió, me mandó un mail donde me dijo que había leído mi historia, no lo esperaba, fue completamente increíble”. Los blogs literarios destacaron el trabajo puesto en la obra, su pulido estilo low-fi, aunque aparecen una y otra vez las mismas preguntas: ¿le hubiesen dado lugar de no ser quién es?, ¿se recomienda por lo que realmente vale o por quién la ha escrito? A la primera se responde fácil: Es obvio que no. La segunda dice más sobre lo hipster que sobre Piña en sí o su autor: Un lector generoso que recomienda a Charles Portis, John Fante, Mark Twain, P.G. Wodehouse, Joan Didion, y George Saunders.
La versión en castellano de Piña fue publicada a finales de 2011 por la editorial catalana Alpha Decay y por estos días aterriza en las librerías porteñas. Vale mencionar el trabajo de Mercedes Cebrián en la traducción encapsulando el tino entre sórdido y tierno de su autor, junto a las ilustraciones de Blanca Miró que más de un desprevenido imaginaría realizadas por el mismo Cera. En una de ellas aparece un irritante fan de Silver con la famosa remera de Daniel Johnston que popularizó Kurt Cobain. El protagonista está allí para cargar música en su iPod. Cosa que finalmente no hace, pero sirve de excusa para preguntarle a un melómano como Cera sobre lo que tiene cargado en su propio reproductor. Hay clásicos noir como Television, Neil Young, David Bowie, rarezas como Tito Puente, alternativos como Blonde Redhead, junto a lo más florido y selecto de la escena de Montreal: “Alden Penner, Unicorns e Islands”, recuenta.
El radar de Cera está mucho más allá de un usuario afiebrado de Pitchfork Media, él mismo llegó a grabar con Weezer para su disco Hurley y salió de gira con Mister Heavenly tocando el bajo. El ida y vuelta con la música también tuvo su combustión en más de una de sus interpretaciones en el cine. En casi todas mejor dicho. Como la memorable escena final de Juno donde se cargó la acústica y tocó “Anyone else but you” de Moldy Peaches con Ellen Page. En Nick & Norah: Noche de música y amor fue bajista de un grupo llamado Los Pajeros y repasó con su partenaire una “infinita lista de canciones”.
-Con tanta música a tu alrededor, ¿pensaste en dedicarte de forma profesional como lo fue con la escritura en Piña? ¿Qué es lo exclusivo de este arte para vos?
-La verdad es que no lo he considerado como una persecución profesional, lo que más me gusta es ser capaz de tocar con amigos. Es algo realmente increíble subirte a escena para hacer música con otras personas. Cada vez que lo hice sentía que la música siempre había estado allí, incluso antes de empezar a tocar.
-Si te dieran la posibilidad de actuar en un film basado en un disco, ¿cuál sería?
- Tonight's the Night de Neil Young.
Tras la fría recepción de Youth in Revolt (basada en una novela de culto noventosa), en el 2010 llegó el súmmum de todos de los meta mensajes en una sola película: Scott Pilgrim Vs. The World. Cera fue el protagonista de esta cinta basada en un comic, con estructura y efectos especiales símil videojuegos, que incluía parodias hasta a Seinfeld, y le daba codazos en el hombro al indie rock y a la cultura geek. Pero por alguna razón falló (en Argentina fue directamente al video), algunos la amaron y otros la aborrecieron, tanto que comenzó a hablarse en blogs y revistas del “no va más” en el interés del mainstream por lo under. Al menos Cera se dio el gusto de estamparles sendos besos a sus heroínas (Portia Doubleday y Mary Elizabeth Winstead). Las imantó con ese magnetismo bien definido por Juno y que habita en sus caracterizaciones: “La persona más cool del mundo sin siquiera intentar serlo”.
-Realmente me esfuerzo, respondía Cera en la piel y alma de Paulie Bleeker. Hace algunas semanas, otro de sus galanes bajo la manga, apareció en un capítulo de la nueva temporada de Los Simpson. Le puso la voz a un tal Nick que se ganó el corazón de Lisa.
-¿Te molestaron las críticas sobre Youth in Revolt y Scott Pilgrim?
- La crítica no me molesta, al menos ya no lo hace. En parte hay algo de mí que extrañamente las disfruta. Está bueno ser forzado a mejorar tu trabajo.
- Hay una cita tuya en el sitio IMDB en la que te definís así: “No estoy tratando de hacer el gran arte. Entonces, ¿qué tratas de hacer?
-No me acuerdo de haber dicho eso, seguramente debe haber sido hace mucho, mucho tiempo atrás. Y no sé bien que debo haber querido decir. Supongo que estoy tratando de mantenerme vivo y vivir feliz como todos los demás.
jueves, 23 de febrero de 2012
martes, 13 de diciembre de 2011
Los Muppets
No sé si adoro a los Muppets por mostrar un mundo lleno de destrucción, humor, galantería y ternura -entre otras cosas- o por qué la primera vez que fui al cine fue para ver a esos muñecotes parlanchines. De una forma u otra, me puso feliz enterarme de que en pocas semanas llega una nueva peli de la creación de ese genio llamado Jim Henson.
Ah, y para mí siempre será René. Nada de Kermit. Sé que en España la llaman Gustavo: René tiene muchísima más onda...
Ah, y para mí siempre será René. Nada de Kermit. Sé que en España la llaman Gustavo: René tiene muchísima más onda...
viernes, 2 de diciembre de 2011
sábado, 26 de noviembre de 2011
The Clash y María Marta Serra Lima
Ayer, con la gente del Taller de Periodismo y Cultura Rock, entrevistamos a Bobby Flores. Todavía retumba en mi cabeza ésta anécdota: "Cuando había discos prohibidos, si el dueño de una disquería te conocía podías conseguirlo, pero había que llevárselo con otro envoltorio. A 'Sandinista' de The Clash lo tuve con la tapa de uno de María Marta Serra Lima. Tal vez ibas caminando por la calle con José Luis Perales bajo el brazo. "Mirá ese salame escucha Perales", dirían, y adentro tenías uno de Clapton, en vivo en Budokan ponele, con una versión terrible de 'Cocaine'".
jueves, 24 de noviembre de 2011
Los nombres
Desde "Peor es nada" que la TV y -sobre todo- la radio se ha poblado de programas con nombres como: "Hacemos lo que podemos", "Le ponemos onda", "¿Y qué querés?", "Yerba no hay", "Es un robo juez". Pregunto: ¿Por qué el regodeo mediático de chapotear en el barro?
martes, 22 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
Iggy / Sueño rockero
En mi sueño Iggy Pop regenteaba un merendero tipo '50. Tenía gorrita blanca y todo. Atendía bien. Daba dos tazas de café como mínimo.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Un encuentro raro y mágico
Voy en el tren camino a dar una clase sobre rock y periodismo. En la estación Drago se sube Emilio del Guercio. Me presento y comenzamos a charlar. Hablamos de Aquelare aunque yo pienso en Almendra. Me cuenta que está a punto de viajar a México para entrevistar al hijo de Discepolín por un programa de tele y de otro proyecto sobre rock argentino de una Unviersidad. Emilio es amable y tranquilo, su calva es luminosa y lleva el attachet de cuero con más onda de todo el ramal Suárez. Me anota su mail y le digo que nunca supe cómo se escribe su nombre. "Como suena pero sin diéresis", explica. Me pregunta por mi apellido y yo le digo que en ucraniano significa zorro. Abre sus ojos y sonríe. Nos despedimos y bajamos en la misma estación. Podríamos haber seguido con la charla, pero no, mejor que sea así, sin fórmulas ni protocolo.
martes, 11 de octubre de 2011
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