Una vez hablé con Marcel Marceau. La charla fue breve, aunque un poco más larga que aquella escena de una película de Mel Brooks en la que el mimo es el único que habla (sólo dice: ¡no!).
Esto sucedió en la puerta de Canal 13 -vivía a una cuadra de allí- bien entrados los '80. Mi mamá lo reconoció porque había estado viendo el programa de Fernando Bravo donde lo habían entrevistado. Habíamos salido por unas compras y ¡pum! el mimo más famoso del mundo sin maquillaje. Cuando lo tuve enfrente mi mamá me dió un empujoncito y me pidió que le hablara en francés. Dije lo primero que se me vino a la cabeza, recordé una frase de la lección de ese día con Madamme Susan en el colegio Mariano Acosta.
-Vous etes une poupée.
-Ah, bon -respondió sorprendido-. Mais Je suis un mime -corrigió-.
Esto sucedió en la puerta de Canal 13 -vivía a una cuadra de allí- bien entrados los '80. Mi mamá lo reconoció porque había estado viendo el programa de Fernando Bravo donde lo habían entrevistado. Habíamos salido por unas compras y ¡pum! el mimo más famoso del mundo sin maquillaje. Cuando lo tuve enfrente mi mamá me dió un empujoncito y me pidió que le hablara en francés. Dije lo primero que se me vino a la cabeza, recordé una frase de la lección de ese día con Madamme Susan en el colegio Mariano Acosta.
-Vous etes une poupée.
-Ah, bon -respondió sorprendido-. Mais Je suis un mime -corrigió-.
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