viernes, 29 de octubre de 2010

Después del jetlag

Desde el miércoles a la mañana que vivo -no exagero si digo vivimos- una suerte de jetlag muy particular.
Con legañas aún en los ojos, sin desayunar, prendo la compu, voy a la página de Clarín, no entiendo lo que leo. ¿Hackearon la página? ¿Me equivoqué de site? ¿Es el día de los inocentes? Las posibilidades más insólitas eran un salvoconducto frente a lo que indicaba la realidad: Nestor Kirchner había muerto.
De allí en más, cualquier intento de cotidianeidad fue imposible.
Creo que lo particular de ese miércoles nos equiparó como sociedad: esperando al censita; viendo-escuchando-navegando-compartiendo las noticias; tragando saliva amarga en mi caso -escupiendo bilis con champagne y bocinazos en otros- y aguardando con ansiedad ir a la plaza. Había que mancomunar aquello que era difícil poner en palabras.
Y nos fuimos encontrando con mis amigos. "En la primera columna de la catedral"..."no los veo"..."detrás de los camiones de los canales". Tuve ganas de preguntarles a los papás de dos amigos (con muchas plazas encima) cuántas veces habían estado allí. Preferí vivir con ellos esa mezcla de sensaciones en la que hasta había cierta felicidad. Me corrijo, no sé si felicidad es la palabra. Es que ninguno estaba acongojado. Ciertamente movilizados por la certeza de que hay que defender lo iniciado en el 2003.  Para qué señalar ahora los trazos gruesos de estos dos gobiernos (ya los sabemos). Con respecto a los logros, no hay  mayor elocuencia que las caras multicolores palpadas ahí...las que se siguen reuniendo a estas horas .
"¡Qué año se nos viene!", me dijo mi amigo Nacho. Y tiene razón. Es momento de pensar rápido y bien. De consignar menos y actuar más. Emociona a la juventud apropiándose/nos de la política. Y si hay algo valedero en todo este menjunje es que -cambiando factores y producto- puso de cabeza aquella frase de "a mí no me interesa la política...soy peronista". Cuando este jetlag masivo acabe -y va a ser pronto- vamos a tener que obrar con mucho seso y corazón. Hay que pensar cómo traducir el dolor, lo indecible, el duelo cantado, en política real, más igualitaria, más justa, más feliz. Que a eso se define todo. 

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