viernes, 30 de abril de 2010

Dos (no)tas del NO

NARRADORES SUB-30 #1 > JAVIER SINAY: SANGRE JOVEN. MATAR Y MORIR ANTES DE LA ADULTEZ





“Quería escaparme del cliché” 
Por Federico Lisica

Hubo una época en la que el Nuevo Cine Argentino estaba obsesionado con retratar en primera persona a chicos de clase media embarcados en la nada (Nadar solo) y aquellos que sin tiempo (¿y sin clase?) mataban y agonizaban (Pizza, birra, faso, Fuga de cerebros). Javier Sinay, autor de Sangre joven, pone paños fríos a la asociación. “Quería escaparme del cliché de la clase baja, como si sólo allí hubiese violencia. Tenía casos de chicos de clase alta, de chetos. Finalmente fueron seis los que trabajé, pero investigué el doble. No pude avanzar con las entrevistas por recomendaciones de los abogados. No quiero hacer teorías berretas pero, a veces, es más fácil hablar con gente del pueblo”, señala el periodista, que se quedó con ganas de incluir los crímenes, aún no esclarecidos judicialmente, de Ariel Malvino (muerto en sus vacaciones en Brasil a manos de unos “chicos bien” de Corrientes) y el de Solange Grabenheimer (la imputada es su amiga Lucila Frend, con quien vivía en un PH en la zona norte del Gran Buenos Aires).

En las páginas del libro, homicidio y juventud juntos asumen su cara más extrema (la muerte propia o a manos de quien tiene la misma edad que uno). Es una investigación apegada al género policial, “en las formas, todo lo que está ahí, sucedió”. De hecho, sobre el final del trabajo tuvo que borrar una tercera persona inventada y que narraba los hechos, para apegarse de modo más fiel a lo acontecido.

Cada caso tiene su particularidad (hay pasionales, sin resolver, masacres, pasados de rosca), pero el hilo que los une nace de una convicción: “Me interesaba mucho retratar a esta generación. Casi todos nacieron en los ‘80 y yo también. Quise describirla con sus ámbitos y personajes. Y trazando ese mapa juvenil, me di cuenta de que yo mismo frecuentaba los lugares o los conocía muy de cerca. Está muy presente lo difícil de salir, se van formando a los ponchazos en un país en crisis. Creo que los define esa incertidumbre y el abandono en el que viven. Está todo mal y están muy poco cobijados. También surge el lugar de los padres”.

Afirma que las historias lo sumían en un compromiso y que al escucharlas de primera fuente no salía indemne: “Traté de reflejar el dolor de una manera cercana, sin la demagogia de querer mostrar como que yo había atravesado eso, pero que por edad sabía de su mundo, el zoom a veces se abría y en ocasiones se cerraba”. Así aparece el hobby de DJ radial de uno de los involucrados, o Pokémon y Los Simpson como uno de los placeres de otro joven. Ahí es donde los relatos ganan por aplomo, son construcciones bastante diferentes de las regaladas por los informes televisivos o páginas policiales. “Eso se fue dando con la investigación –concede–; al describir con tiempo su mundo, estos pibes se iban transformando en seres con muchas caras. Todos las tenemos. Algunos hicieron cosas horribles, pero antes de hacerlas eran relativamente normales.” El autor no deja de sorprenderse de que la redención aparezca, en palabras de los propios culpables, justamente en la cárcel.

NARRADORES SUB-30 #2 > ZABO: YO, ADOLESCENTE. MEMORIAS DE MIS 16




“No pasé de ‘El Principito’”

Por Federico Lisica

“Te googleé”, avisa Nicolás Zamorano (conocido como Zabo) durante la entrevista dislocada por el insistente ringtone de su celular. Aunque la voz del nacido en 1989, creador de un visitadísimo espacio 2.0, sigue ahí, despierta y sin filtro. “Había escrito mucho durante los 16, eran chiquicientos words y blocs de notas hechos con desesperación. Los fui juntando y se potenciaron.” Primero a un fotolog circa 2006 (“los 5 mil caracteres como límite fueron mi primera enseñanza”) donde las historias de despertar –hormonal, musical y teenager angst– lograron su legión de ansiosos fans; de ahí a uno anónimo y finalmente al blog donde está por terminar la segunda temporada de Yo, adolescente. Memorias de mis 16. “Creo que la pintura tiene que estar buena, pero también el marco”, explica sobre el pop que habita en el link (hay un disco para acompañar la lectura, fotos muy logradas y su entorno jugando a modelar).

“No soy de la ficción extrema –dirá–, me gusta el tono ‘te estoy contando en una mesa del bar lo que pasó’.” En la veintena de capítulos que lleva producidos, uno de los logros es calcar el raíd de chicos que quieren rock en la Buenos Aires 30-D. “Luego de Cromañón no había lugares para salir, era como un toque de queda en el medio de la ansiedad por no pertenecer y querer hacerlo”, dice y suma un tamiz nostálgico por “los recitales en Cemento, Salón Pueyrredón o CBGB; siempre digo que a mis 16 me hubiese gustado estar en el Café Einstein”. Es que la música que no escuchan todos (Pulso, Fantasmagoria, Coiffeur) ocupa un lugar central en sus textos. Hay un porqué: “Tengo más discos escuchados que libros leídos, no pasé de El Principito”. Incluso se incomodó en las reuniones de lectura donde lo invitaron a contar sus historias sin happy endings. El “escribidor” –se siente más cómodo con esa definición– destila canciones como un trompo por recitales. “Yo mismo pasé de repartir volantes a diseñarlos o laburar con Arbol (N. del R.: el video de Corazón de naranja está basado en su e-book). Me gusta la camaradería de los músicos. Aunque cuando los conocés se pierde un poco la magia de las canciones.” La Zabo Tutti Frutti Orchestra es su banda, otra de las empresas (“casi un musical”) propulsada desde Nosotros Producciones.

Las ofertas para la publicación están ahí (“viendo cómo lo hacemos sin perder lo autogestivo y el tema de derechos”). Ya tiene “maqueteada” su trilogía (que incluye El amor entre discapacitados emocionales y Tripolar), llena de extras y bonus antes que notas al pie. Adelanta que en su narrativa habrá comienzos desde los finales, flashforwards y flashbacks. Por algo su influencia central son series televisivas como Grey’s Anatomy, Boston Public o Skins (“hay algo crismorenesco en todo esto”). Y hasta alguna editorial le propuso tener un soporte televisivo de la saga. “Ya imagino quienes actuarían; acá va Martín Piroyansky, Inés Efron, Santiago Pedrero”, y Zabo sigue con la lista hasta el infinito punto multicolor.

Hubo una pequeña alteración de identidades en la edición del diario. Paso el link al tercer artículo escrito por el amigo y compa Luis Paz.

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