lunes, 23 de enero de 2012

Cuelguen al DJ –y también al humorista-

A raíz de la polémica surgida por la tira “Una aventura de David Gueto, el DJ de los campos de concentración” escribí en Twitter: “140 caracteres para expresar todo mi respeto por Gustavo Sala como compañero de laburo y los fines del humor, sus límites -o no- son muy poc”. No voy a esquivar lo prometido con un chistín. Encuentro fascinante el tema del humor como catalizador del ser humano -en particular de sus miserias más profundas- más aún cuando la controversia surge de un medio, y sección, donde colaboro desde hace más de cinco años. Aquí van algunas reflexiones sobre la tira y su repercusión.
Primero una aclaración. Habiendo compartido tiempo, reuniones, asados, trabajos, con casi la totalidad de los que han pasado por el Suple NO en el último tiempo, incluido Gustavo Sala, puedo asegurar que ninguno tiene simpatía por el nacionalsocialismo o ideología semejante (ni que les guste Comando Suicida). Son gente por la cual tengo tremendo aprecio profesional y personal. La mente abierta y sensibilidad como para abordar la cultura joven  han sido las características históricas del suplemento. Con desfachatez y desparpajo, las posturas a defender, están en las antípodas de lo racista, xenófobo, o discriminatorio  en cualquier forma.
Admiro el trabajo de Gustavo Sala. Cuando el jueves leí su tira (es una de mis secciones favoritas del Suple) esbocé un cuarto de sonrisa, muy pequeñita, casi por obligación. Confieso que no me pareció ofensivo -ni  muy gracioso-lo que había hecho. Conozco su humor. Es grueso, impactante, violento y con alto octanaje de provocación, pero nunca llega a ser desalmado. Si Sala fuera un boxeador sería una mezcla de Tyson con Ali. Primero te deja groggy, después baila magníficamente. Debajo del morbo siempre hay algo más(1). Pero esta vez, tras pensarlo un poco sin camisetismo, no fue el caso. 
Porque el trabajo previo de Gustavo, todo lo que vino haciendo el Suple y el diario en relación a la defensa de los derechos humanos, no son el eje de la cuestión. El punto es que la tira ofendió a muchos.  Y vale detenerse un segundo en la ofensa, casi como el humor, se da como un calambre. Encontré una serie de reflexiones muy interesantes sobre los límites -o no- del humor en este blog . Resumo un párrafo que refiere a éste punto: “Si la ofensa supera el grado de lo que querés decir…pensalo”. Claro que no hay un ofensémetro estándar, lo cual dificulta la tarea. Considero que uno no puede hacerse cargo de todas las lecturas que hace el lector (¿qué es esa entidad difusa entidad llamada lector?) pero el medio es responsable de su línea editorial y de definir claramente los márgenes para que el sentido sea entendido lo más correctamente posible.
Ahí una primera clave. El contexto determina la aceptación o no del chiste. No sólo por la tira, sino por el tono que maneja el suplemento, quienes por primera vez se desayunaron con “Bife Angosto”, habrán sentido ganas de devolver el café con leche por la nariz.
Si un tipo que se desmaya al ver sangre, se ofende al ver “El Juego del Miedo”, allá éste salame. Pero en este caso, creo que la broma es confusa, en gran parte por los elementos para dar el mensaje y cómo son utilizados. De allí proviene la mayor molestia con  quienes fueron sus destinatarios -que en este caso fueron muchos más que los usuales- .

El objeto del chiste 
En una primera lectura ni me había dado cuenta de la asociación entre el nombre del DJ y la palabra gueto, leí la tira como una crítica -no muy fina por cierto- al totalitarismo del festejo en el ámbito de la electrónica. Y a ver, no hubo ningún ofendido entre los seguidores de David Guetta.
Desatada la polémica en Twitter(2), estuve pensando por qué podía llegar a considerarse insultante la tira. Muchos daban vueltas sobre el “con eso no se jode” o “banalización del Holocausto” sin decir mucho más. Las defensas a  Sala referían al estilo de la revista Barcelona, el personaje Micky Vainilla, “El Dictador” de Chaplin, y podríamos sumar a los Monty Python, Woody Allen o Mel Brooks, quienes entre otros, han hecho sátiras notables sobre el nazismo (3). Alguien en Twitter llegó a recordar el humor usado en los campos de concentración por los confinados; justamente, las diferencias con el uso del humor en ese caso son lo bastante obvias como para desarrollarlas. 
El gran inconveniente de todas estas defensas es que en ninguno de los casos mencionados el eje de la broma pasa por quienes padecieron el horror nazi. Obviamente, todos esos gags, sketches o dibujitos estuvieron entrecruzados por los millones de muertos, pero no se apuntó directamente sobre ellos. En el caso de la tira Maus de Art Spiegelman también es clara la postura (y no es muy graciosa que digamos). Ahí el despiste. Acaso el mayor pecado de Gustavo, fue la herramienta-objeto y cómo la usa en la broma: un campo de concentración con futuros exterminados, más que su reflexión/broma en sí sobre el snobismo en la electrónica.
Capusotto ríe del porteño cool facho, Chaplin de la locura totalitaria, los Monty Python del absurdo del plan fascista. Acá no es tan claro (o al menos para muchos no lo fue). Repito: Yo lo leí como una crítica al totalitarismo del consumo pero empleados esos elementos entiendo que pueda darse lugar a otro tipo de lectura: ¿los exterminados murieron felices?, ¿David Guetta es nazi? ¿El festejo de la electrónica lo es? ¿Todo lo que nos parezca malo en este mundo es homologable a lo peor del nazismo?
Creo que sirve como ejemplo algo sucedido con los Monty Python. Cuando estaban gestando “La Vida de Brian”, pensaron en colocar a Jesús como personaje, pero se dieron cuenta que el objeto de la gracia no debía ser la mayor figura del Catolicismo sino el uso que hizo de éste la Iglesia. De hecho en una escena de la película aparece Jesús, y son respetuosos de su mensaje. Igualmente muchos no entendieron el chiste y la turbamulta pidió la cabeza de los Python. Nunca se puede conformar a todos. 
El problema, creo, no es entonces la caricatura gruesa, sino en función de qué se la está haciendo. Ojo no siempre el humor debe ser funcional a un “mensaje”. Pero si vamos a lo básico de la teoría comunicativa (emisor-receptor, blah blah blah) acá el mensaje llega con mucho ruido.
Me vienen a la mente otras tres películas que pueden ayudar en la reflexión. Las tres son de un humor más negro que Darth Vader.
En “La Última Cena”, un grupo de amigos arma reuniones para erradicar a sujetos que consideran despreciables (un cura homfóbico, una mujer que apoya asesinar a quienes abortan, un neonazi, etc). Son estos chicos bien pensantes los que terminan discriminando más que cualquier otro. Su soberbia y pedantería los pone a la altura de las posturas más execrables. Incluso quieren matar a una chica por lo que lee. Sirve para colocarse en los zapatos de otro, por más que sean muy incómodos y no nos gusten para nada. Mensaje claro.
Otro es el caso de “Idiocracy”. Una democracia de idiotas. En el futuro, Estados Unidos será gobernado por infradotados. Se trata de una cuestión demográfica. Sólo los rednecks y whitetrash tienen hijos. La película tiene sus momentos, aunque hay un problema en el mensaje que vale aclarar. La costra del balde, los desclasados, el lumpen, son siempre los culpables de todo lo que sucede en la película. Y ellos, una y otra vez, son objeto de burla. Mensaje no tan claro.
 “Borat” es un ejemplo de todo de lo impolíticamente correcto. Pero hasta en ese trazo incómodo es bastante claro cuál es el objeto de burla en cada chiste. Recuerdo la escena en  la que persiguen a los judíos en una especia de carnaval. Allí el objeto de broma es -de manera crudísima- la estupidez del antisemitismo. Toda la película, en sí, discute sobre esa tendencia humana a catalogar, separar…discriminar -bah- para sentirse más cómodo. Particularmente, para mí la mejor escena es cuando Borat se trompea en bolas con el obeso (“gordo” podría llegar a sonar ofensivo). La de la bolsa llena de caca también me puede. El  mensaje es claro, aunque hay que verla con bastante limpiador.
Volviendo a la tira de Gustavo: Poner a Hitler al lado de David Guetta en un campo de concentración haciendo bailar a exterminados -chiste de jabones en el medio- para referirse al modo en que el público de la electrónica es arriado…Hay que explicarlo demasiado, y como dice el viejo dicho, si dobla es gracioso, si rompe no lo es...

Tiempo y espacio
Otro  argumento presente en Twitter: “si esto lo decíamos en la intimidad…”. Bueno, un medio de comunicación no lo es. Y no tiene que ver con hipocresía (hasta Fernando Peña, inteligentemente, armaba ese telón de fondo semificcional para poder decir lo suyo). No son iguales. Un medio no tiene el mismo grado de responsabilidad e influencia que un grupo de reunión de amigos tomando birra. Son instancias, entornos, totalmente diferentes.
Otro razonamiento compartido, tanto entre los que defendían y denostaban a Sala, era el uso de contrafácticos. “¿Y si hablaba de un villero?”, “¿si ponía a desaparecidos”, “¿y qué del pueblo armenio?”, etc. Bueno, no lo sabemos. Y guarda con este argumento, por dos motivos. Uno porque puede esconder un resabio antisemita importante (“estos rusos siempre victimizándose”). E incluso si esa no fuera la lectura, Gustavo debería hacer cada tira de “Bife Angosto” con un mensaje aclaratorio cuadro a cuadro. Y así ni siquiera. Tal vez si lo metía a Diego Roca para referirse a Julio Argentino y hacía bailar a los “pueblos originarios”. O si hablaba de los “naziturros” como el absurdo de la homogeneización del consumo. O Guetta estaba en el gueto de Varsovia, en vez de un campo de exterminio, pasando música klezmer. ¿Y Pappo? ¿Dónde estaba Pappo?
¿No se entiende? Las posibilidades son miles. El problema de estos contrafácticos es que corren de terreno la discusión (por esto tampoco podemos saber si los chistes de Nik basados en rasgos físicos de las personas, hubiesen tenido el mismo tipo de rechazo). Repito: A mi entender es que en esta tira, para criticar el circo generado alrededor de un DJ, se usaron a los campos de concentración y a las victimas de una forma liviana. ¿Si esto puede ofender? Está a la vista que sí. 
El “con eso no se jode”, que linda con la censura, no comparto y se desprende de lo anterior, se linkea con esta frase de Woody Allen: La comedia es tragedia más tiempo.  Así es como Mel Brooks pudo reírse de la Inquisición española en “La loca historia del mundo” (incluidos un par de rabinos que son torturados). Si a Brooks se le ocurría el gag en 1850 resultaba chocante y pedían su cabeza, como muchos hicieron con Gustavo. Pero no fue el caso, Mel “Es bueno ser rey” Brooks zafó de la persecuta. Hoy no sé si zafaría de la inquisición digital…
Otro postura singular fue la de emplear otros temas de la actualidad (SOPA o la nena violada y embarazada en Entre Ríos). Algunos lo hacían para señalar la hipocresía de quienes criticaban a Gustavo. Hablás de esto pero no de esto otro(4). Incluso un reconocido periodista llegó a hablar de “basura antijudía” de la broma y tiró la hipotética de qué hubiese sucedido si la misma aparecía en Clarín o La Nación.  Vale una pregunta: En ambos casos, ¿quién está banalizando qué o cuántos temas?

Y para terminar
Hay que agradecerle a Gustavo haber disparado una polémica en la que nadie podrá utilizar nunca la Ley de Godwin (según la cual un debate caduca cuando alguien menciona a Hitler). Lo que si sucedió con Juan Terranova surgido por su #pijazogate; polémica que puede compararse con esta otra por varios motivos (una broma incisiva -o fuera de lugar-, lecturas demasiado explícitas, más de un Torquemada dando vueltas con reclamos desproporcionados). Copio algo que escribí aquella vez: “John Lennon frente a su piano componiendo junto a Yoko. Está trabajando en una letra y de repente comienza a dudar. "Woman is...?". No sabe si escribir "nigger" con toda la connotación peyorativa que eso acarrea o poner "afroamericano". Finalmente se decide y manda a cagar al enano/a fachista maquillado de progre bienpensante”.
Particularmente para mí el humor, el periodismo, la literatura, ninguna actividad reflexiva-creativa debe tener límites o autocensuras. Aunque si queremos correr los límites de lo “socialmente aceptable”, “del buen gusto”, de los tabúes, bueno,  pensemos un cachito en los elementos que usamos y con qué finalidad. Seamos más rigurosos con lo que queremos decir, como para no tener que explicar cada párrafo -o cada cuadro-... Preguntarnos por un breve segundo: ¿Es regodeo o hay algo más? No tener que escudarnos con la comodidad de dos comodines: la mala interpretación, los márgenes más laxos de una tira cómica -en este caso- o una ficción.
Sepamos además que la ofensa -o defensa- a ultranza son como un combo de Fast Food. Te sacian rápidamente y no mucho más. Y si comés todos los días en MC Donalds…bueno ya se hizo una película al respecto. La reflexión es de digestión más lenta, pero  es mucho más rica y nutritiva.
Y a todo esto: ¿Qué pensará de la polémica el fan de los Redondos?

Notas al pie:
1) La tira de Cerati fallecido por el cántico popular en recitales es terriblemente ácida y notable en su significado. Arriesgo que por una cuestión de sensibilidad, no sería publicada ahora -como una que hiciese hincapié en el cáncer de Spinetta como metáfora  para hablar otro tema-. Si eso “nos” suena  fuerte, al menos debemos tener la capacidad de comprender que lo realizado por la maquinaria nazi, especialmente el Holocausto, puede ser ofensivo para otros.

2) Por momentos, Twitter se vuelve  una caza de brujas digital con alto rebote en otros medios. El me gusta/no me gusta cruzado con un Maccartismo de impacto permanente. La tautología de un tipo de pensamiento en 140 caracteres. No deja de resultar chocante el modo en que una vez dicho algo  nadie quiere dar marcha atrás. Es como si todos pudiésemos ser los panelistas de nuestro propio programa de TV.  Las susceptibilidades están siendo picoteadas constantemente por el pajarito. Vale tenerlo en cuenta para futuras polémicas. ¿Hay que tener un posicionamiento tan fuerte y permanente sobre absolutamente todo?

3)¿Habrán sido banales por utilizar al nazismo como telón de fondo para hacer reír y pensar?

4) Me recuerda a una forma de regaño  infantil: “En África hay chicos  que se mueren de hambre  y vos no querés comer”. Siempre habrá otro tema más acuciante que la boludez que estamos haciendo en este preciso momento. Incluso en esa reprimenda está la comodidad del señalamiento con el dedo que hoy se da con un doble click.


4 comentarios:

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  2. 1. Si la ofensa supera el grado de lo que querés decir…pensalo
    2. Debajo del morbo siempre hay algo más
    3. “Con eso no se jode”: que linda con la censura.
    4. aguante Borat !

    El receptor a veces hace asociaciones peores que las que propuso el emisor.
    Besos Fede!

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  3. Lo mejor que he leido al respecto. ¡Gracias!

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