Había algo que tenía muy en claro desde el comienzo de nuestra relación. Mi compromiso con Julia, mi amor por ella, crecía cuanto más extravagante se mostrara. Esa cualidad que funcionaba como un spray hacia los demás -la chica proveía de jouissance a la cosa- y la mantenía ajena del escarnio público. Su necesidad de llamar la atención me ubicaba, por otra parte, en un lugar de comodidad innegable. Ella era la desvergonzada, yo comía migajas de su personalidad.
viernes, 27 de enero de 2012
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Yo inconcluseo, tú ¿inconcluseas?