viernes, 20 de enero de 2012

Algo que estoy escribiendo

El árbitro pidió una pelota. Andrés, la levantó, hizo dos jueguitos y se la pasó de cabeza.
Tras el pitido del referí, supe que Patricio iba a dejarnos con uno menos. Uno de los pelirrojos se la pasó al otro, entrándole a la pelota con el desdén propio de la cucharita, la respuesta de Patricio fue ir con los botines hacia adelante. Su golpe los desestabilizó justo en la parte posterior de sus rodillas. Utilizó cada una de sus piernas para fusilarlos. Sin ser violento -incisivo ciertamente- aclaró los tantos desde el principio. Fue un movimiento magistral ya que además se llevó la pelota en el aire. Erick y Mick se revolcaron por el suelo como perros aeroportuarios felices por haber hallado un cargamento ilegal. Nadie de nuestro equipo siguió a Patricio con la jugada, al darse cuenta, le pegó desde lejos y su tiro pasó por arriba del travesaño. Pero me equivoqué en un punto. El árbitro no echó a nuestro compañero. Tras el pitazo inicial, Patricio había llamado al juez tocándolo en el hombro, éste se había dado vuelta sin poder advertir su artimaña posterior. Los de Hacha y Tiza le pidieron la roja pero su reclamo no tuvo eco.

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