Entre el significado de una frase adjudicada a Luis XVI ("El Estado soy yo"), y la relectura que hizo de la misma Gustave Flaubert obligado por las damas que se apropiaban de su personaje más famoso ("Madame Bovary soy yo"), se enquista mi amor por AC DC ("Angus Young soy yo"). Lo explico. Cualquier devoto de la banda ha jugado frente a un espejo o en una fiesta con ser el guitarrista vestido de colegial. También está la imitación de Brian Johnson con su boina, el flequillo de Malcolm Young, la batería de Phill Rudd, hasta el punteo en el bajo de Cliff Williams (Who made who es su obra maestra). Anótenme en todas. Pero la inmanencia de los rockers australianos (excepto en la doliente cagada de "Fly on the wall") me priva del sueño absolutista de creerse más que el grupo. El Poder lo tiene el monarca. No jodamos. Y sino la solución Keith Richardiana:
En octubre de 1996 fui al segundo recital de AC DC en Argentina. Era un domingo, y estaba apoltronado frente a la tele. La mayoría de mis amigos en River y yo sin entrada (ni me acuerdo la razón de mi negativa). Hago zapping y en un canal de noticias muestran los preparativos para el show. Fue casi un mandato. Me levanto del sillón, tomo $50 (los shows internacionales eran un poco más accesibles), arriba del 60 rememoro en un mantra algunas canciones, me bajo en Barrancas de Belgrano, apuro el paso como un maratonista de caminata hasta el Monumental, saco mi entrada, subo a la popular y encuentro a mis amigos justo antes de que empiece a tocar Riff. Estaban asombrados y felices. Yo también. Me acuerdo de Pappo decir "Basta de boludeces" y arrancar con un tema diabólico. Supongamos Sussy Cadillac. Napolitano quiso tirarse al suelo de un salto pero la cinética estaba demasiado ocupada con sus dedos. De forma tosca apoyó uno de sus brazos sobre el escenario y terminó tocando con su panzota hacia el cielo. Sabio el Carpo.
El show de AC DC fue memorable. Uno de los mejores que ví en mi vida (más que el de Chuck Berry en Obras o el de REM en el Club Ciudad por nombrar dos extremos temporales).
Esta vez saqué la entrada con anticipación. Detrás del ticket hay una Gibson SG borravino y negra
Para cerrar este post (en un principio iba a colocar únicamente la foto) va un tema de "Dirty Deeds Done Dirt Chip". Se llama Rocker y lo canta Bon Scott. Ahí otra de las claves de mi amor por el grupo. Además de cualquier solo de Angus o el acompañamiento parkinsoniano de Malcolm está la voz e imagen del finado. El tipo te da miedo, hay algo terrible, inalcanzable y pérfido en su pose; mientras ofrenda cariño.
martes, 6 de octubre de 2009
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Uf, si, fede, que no pase como con Radiohead!
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