miércoles, 7 de septiembre de 2011

Sobre la llegada de Alpha Decay






Según datos recientes brindados por el Sistema de Información Cultural del Mercosur (Sicsur), la Argentina, Colombia y Chile son las bases de reexportación de libros a toda Sudamérica que las editoriales españolas utilizan con más frecuencia. En las importaciones de origen ibérico se destaca nuestro país “donde el guarismo –afirma la gacetilla– alcanza el 50%”. En las palabras de Ana S. Pareja, la editora catalana que estuvo en Buenos Aires presentando Alpha Decay, la información toma cuerpo. “Todo me ha fascinado y sorprendido. La gente ha sido muy generosa y abierta. He conocido a editores míticos y a otros jóvenes como nosotros, cuyo trabajo es increíble. He visitado librerías geniales. Todo ha sido grato y muy intenso”, señala. El nombre del sello, nacido en 2006 en Barcelona, revela su espíritu: la desintegración alfa conlleva un alto grado de toxicidad. “Siempre hemos vivido nuestra relación con los libros como una forma de contaminación; en ocasiones nociva, otras veces sólo perniciosa, muy pocas veces 100% saludable. El logo de nuestra colección ‘Héroes Modernos’ es un insecto”, cuenta Pareja quien lleva adelante el sello junto a Enric Cucurella. Así hurgan entre los clásicos (Levi, Cortázar, Conrad, o Foucault), fomentan lo contracultural (Flashbacks, una autobiografía de Timothy Leary, las cartas de amor entre Bonnie & Clyde) y les dan lugar a autores jóvenes en boga.
–¿Cuáles han sido sus mayores éxitos?
–En la primera etapa, Cuentos completos de Saki fue un éxito considerable. Luego hemos tenido momentos reseñables, como la publicación de Las teorías salvajes de Pola Oloixarac en España, o el descubrimiento al lector en lengua castellana de Denton Welch o Delmore Schwartz, y la satisfacción, más modesta en ventas pero enorme en todos los demás aspectos, que supone publicar a escritores jóvenes o muy jóvenes con propuestas poco convencionales, como es el caso del estadounidense Tao Lin o la italiana Viola Di Grado.

La editorial parece estar al tanto de la narrativa digital –si es posible llamarla de ese modo–; hay ensayos sobre lo cool y lo hipster. Los editores, además, se declaran obsesionados por el pop, los cómics y el cine casi más que por la literatura y editan novelas de músicos o estudios sobre música (“mucha gente afirma que los editores somos escritores frustrados, quizá seamos rock stars frustrados, quién sabe”); algunos de sus escritores juegan con lo performático; pero sobre todo denotan un amor por el libro como objeto, casi un fetiche. ¿Lo tradicional es lo moderno y viceversa? Pareja dice sentir desinterés por el libro digital, y por los autores marcados por el intento de introducir “nuevos lenguajes con calzador”. “Hemos publicado la novela Richard Yates de Tao Lin escrita a partir de chats de Gmail, pero su lectura podría ser equivalente a la de una novela decimonónica. No nos gustan esas definiciones ni nada de lo que habitualmente se entiende por ruptura cuando se habla de literatura. Así que, efectivamente, lo tradicional es lo moderno y viceversa”, apunta.

–¿Por qué la decisión de la Argentina para la distribución?
–Después de haber pasado estos dos meses en Buenos Aires la pregunta correcta debería ser: ¿Cómo es posible que no fuésemos antes? La decisión fue bastante espontánea. Sabíamos como sabe cualquiera que aquí hay un nido inabarcable de buenos libreros, escritores, críticos y editores, y quisimos verlo con nuestros propios ojos. Más tarde conocimos personalmente a Fabián Casas y a otros autores argentinos a raíz de las publicaciones, y acabamos de convencernos de que teníamos que estar. Mucha gente nos escribía desde la Argentina preguntando por los libros. El plan es conseguir un flujo de distribución fuerte y constante, estar en las librerías importantes y que los lectores a los que les interese lo que hacemos empiecen a seguir el sello con atención.
–Han editado a autores argentinos jóvenes. ¿Qué fue lo que llamó la atención de su escritura? ¿Qué recepción han tenido en Cataluña?
–A J. P. Zooey lo publicaremos en octubre, creemos que va a gustar mucho. Pola Oloixarac fue la revolución. Fabián fue la constatación de algo que ya sabíamos. Nunca habíamos recibido tantos mails de agradecimiento por publicar un libro en España como cuando publicamos Los Lemmings y otros.
–Alpha Decay participa de la cosa pública desde la edición de libros, ¿cómo los ha tomado el 15-M?
–Con mucha ilusión y mucha energía. Participamos muy activamente y en septiembre publicamos un ensayo titulado Contra la postmodernidad, en el que un autor de unos 20 años dedica una parte del libro a dar fe de lo que ha ocurrido recientemente en nuestro país. Ahora vamos a colaborar con algunas bibliotecas de asambleas de barrios mandando libros de nuestro catálogo, y lo que es más importante, sugiriendo libros valiosos de otros catálogos. Después de esta efervescencia inicial es importante encontrar modos de mantener vivo el movimiento.
–¿Qué te llevás de la Argentina en el bolso para leer en Barcelona?
–Tuve que comprar dos maletas para poder llevarme todos los libros. No quería enviarlos en cajas, porque no quería esperar para poder empezar a leerlos. Traigo muchas cosas, pero sobre todo autores jóvenes publicados en editoriales pequeñas.
–¿En qué librerías porteñas ya se consiguen los libros de Alpha Decay?
–En todas a las que un lector de verdad se acerca de vez en cuando. Vosotros sabéis quiénes sois.

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