Luego vino ‘Dancing Queen’. Martín tenía la teoría de que podía advertirse el alma de las personas entre el piano del comienzo y el coro. Julia tenía los ojos abiertos, su boca dejaba entrar aire y asombro, el mentón levemente inclinado hacia la izquierda y un bucle de su pelo flotaba como heroína de animé. Julia era, por consiguiente, intuitiva, segura de sí misma y algo jactanciosa. El ser soñadora le restaba vanidad a sus afirmaciones. Martín la tomó de la cadera y Julia se dejó caer suavemente. Su pelo quedó apuntando el piso y uno de sus pies indicó la noche.
lunes, 18 de julio de 2011
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Yo inconcluseo, tú ¿inconcluseas?