Publicado el 24/02/11 en el Suplemento NO de Página 12
SEXO, DROGAS Y GEOLOCACION
Aquí se presentan tres historias sobre cómo influyen las redes sociales en la organización de recitales, sobre los nuevos negocios digitales vinculados con teléfonos móviles y sobre cómo funciona creativamente el espíritu de compartir libremente en línea. Una generación musical que no se puede pensar sin estar conectada.
Por Federico Lisica
GIGSWIZ.COM UN ALGORITMO AL SERVICIO DEL ROCK
GigsWiz.com es un servicio de venta de tickets online. Pero también sirve como herramienta para saber a través de Internet dónde están los fans de una banda y dónde se pueden organizar recitales. Estos “expertos en conciertos”, tal sería su traducción, examinan los movimientos de sus fans en las redes sociales para aconsejar a las bandas en qué latitudes lejanas a la propia deberían tocar, y además les organizan conciertos. “Decimos que somos el primer servicio realmente amigable, ya que compartimos las ganancias con ellos”, le dice al NO su director Juuso Vermasheinä desde Finlandia. Para formar parte de GigsWiz.com los mismos grupos suben un código a sus perfiles en MySpace y Facebook. Recibido el flujo de información, comienza el análisis matemático (de la localidad de sus fans, de los escenarios en esa ciudad, de la potencialidad de llenar esa sala y más). La pre y post viralidad genera más recitales.
Si bien sólo funciona en Europa, para Vermasheinä hay bandas de su país que ya tenían su “gigwiz” sui generis: “Children of Bodom toca un montón en la Argentina y Brasil. Lo logran por todo lo que comparten los fans en Internet junto con el acceso al catálogo digital. Una banda de Finlandia que, sin un gran presupuesto de marketing, va a Sudamérica, tiene éxito por los recitales que organiza, vende su merchandising en esos tours y algunos discos más. Creo que los grupos metaleros de mi país tienen un pensamiento de vanguardia con respecto a la industria. Saben que en cualquier parte del mundo ya no se paga necesariamente por un disco, pero sí por ver shows”.
Mientras sus compatriotas del programa de MTV Dudesons se quiebran los huesos con pruebas a la Jackass, Juuso con sus socios —Kai Lemmetty y Joonas Pekkanen— se parten la crisma ideando cómo fomentar la asistencia a shows. Su cuartel queda en la invernal Helsinki, en total son 17 personas con sus ojos frente a las pantallas, escuchan música, indagan estadísticas, hablan por Skype y razonan qué ofrecerle a un grupo de punk polaco con seguidores en el principado de Liechtenstein. “En este mismo instante estoy ocupado en el mantenimiento de la página y haciendo una pobre jarra de café”, repasa Juuso. Además de las bandas y los organizadores, GigsWiz también apunta a los seguidores: “Con los fans nos cuidamos de no joder con spam sino lo justo y necesario para que sepan cuándo y dónde toca el grupo que les gusta. Uno no quiere saber absolutamente todo de su grupo favorito, aunque en mi caso —soy la epítome del súper fan— me hubiese encantado tener más ida y vuelta, un avance de cómo va la gira, algo que foguee mi relación con ellos”.
Lo que antes era técnicamente imposible ahora está facilitado por el networking, revela quien firma sus mails alterando ligeramente cierto lema (“Sexo, drogas, rock & roll. Y análisis”). “No sólo es relativamente fácil comprar un ticket sino generar todo lo demás. En fin, hoy los fans son mucho más receptivos para recibir información, sobre todo cuando ésta viene desde la banda. ¿Por qué van a querer recibir la info desde Ticket Master?”, pregunta con algo de sarcasmo.
El emprendimiento tuvo buena recepción en encuentros de música y tecnología; está por desembarcar en Estados Unidos, ya lo hizo en Inglaterra; concitó la atención de publicaciones como The Guardian, Music Week y Tech Crunch y —lo más importante— de un centenar de bandas que giran por todo el Viejo Continente. “Cada día se suman más”, asegura este seguidor de We Are Scientists (¿qué otra banda le podía gustar?). “Justo ayer me perdí un recital que dieron en mi ciudad. ¿Por qué no fui si los ‘sigo’ en Facebook? Justamente porque no me llegó la data”, refunfuña, dando cuenta de la función de GigsWiz. Digamos que los fineses no están solos. SubstanceGigs.com o HotVox.com ejemplifican cómo podría encararse parte del negocio en poco tiempo. Bandmetrics.com, otro producto que se mueve en esa línea, sirve para “identificar a los seguidores, encontrar mercados y evaluar actitudes”. RockDex.com —el más similar de todos a GigsWiz— tiene como slogan “Seguí el buzz, encontrá fans, focalizá tu línea, verificá cuánto rockeás o no”.
La teoría de Long Tail (muchos nichos pequeños, “a la larga”, son mejores que unos pocos y grandes productos y mercados concentrados) mete su cola. Y viene con una gran paradoja. Quien abrió la herida para la industria tal cual estaba concebida (la venta de discos era la base de todo) es reutilizada para fomentar lo que queda de ella (los shows son la punta de lanza). Si no, por qué Paul McCartney habrá vendido VIPs para poder ver la prueba de sonido. ¿Y la fiesta post-recital de Bon Jovi a la que se accedió con el “Ticket Mega Hiper Platinium”? Juuso concuerda. Según su “análisis”, se trata de una vuelta a lo básico: tocar. “La industria está cambiando definitivamente. Ahora estamos viendo la transformación real. Los sellos son los que enfrentan el mayor reto, ya que deben reconducir su negocio. Creo que las agencias de promoción se van a hacer cargo de las que no puedan adaptarse. Pero aún hay dinero para un nuevo boom desde los shows con el merchandising y sponsoreo. Los fans quieren un acercamiento, el impacto emocional no se ha minimizado. Todavía podés sacudirte en un recital. Las tendencias para el rocanrol y el pop pueden variar, pero siempre hablamos de tres o cuatro acordes. La ‘gran’ tendencia es que ahora se mira todo este viraje por el espejo retrovisor. A ver: no se grabaron discos por siglos, pero tenemos ‘eso’ que te da la música en vivo. Grabar siempre será buena publicidad y un buen marketing para generar shows. Se da lo opuesto que hace muy poco, cuando las bandas giraban para promocionar su nuevo disco.”
—¿Cuál fue el análisis más raro que obtuvieron para una banda? ¿Cuál es el regular?
—Lo que más me sorprende es otra cosa: cómo tienen incorporado el know how de los nuevos medios. El tema es que no saben cómo dividir su tiempo, ensayar y canalizar todo eso. Lo más gracioso es que, para mantener relación con tus seguidores, no importa tanto el contenido. Puede ser una frase con la foto de un gato, cualquier cosa, la imagen del batero fisurado después de un show. El yeite está en mantener el balance entre silencio y la actividad en las redes sociales.—¿Hay un perfil similar de los grupos que usan GigsWiz?
—Son muy hábiles con la actitud “Do it yourself”. Pero lo que las une es su ambición en llevar las cosas un paso más allá. Ah, y otra cosa más: a ninguna de ellas las contrató Live Nation, me pregunto por qué.LARALA.COM DIRECTO A LA RED
“Larala es una red social, un espacio para buscar, escuchar, bajar y comprar canciones mientras interactuás con tus bandas favoritas o escuchás radios a través de Larala.fm o ves videos a través de Larala.tv. También somos un sello discográfico digital, una empresa editorial y management de artistas”, dice Esteban Caselli, voz del emprendimiento que recuerda a varios, pero busca ser propio. Un link que surge es con Yeyeye —además de cierta sonoridad— por la voluntad de darle viabilidad comercial a la descarga de temas digitales. ¿Yeyeye? ¿Ya nadie lo recuerda? El malogrado portal de Charly Alberti fue el primer gran intento local por proveer un servicio de ese tipo con todas las de la ley. Su lanzamiento fue en 1999 y en menos de lo que tarda en escribirse un 0 y un 1 fue dado de baja.Caselli, entrepreneur de éxito en empresas web, parece haber tomado nota de esos traspiés. La base de Larala será en Internet y con descarga de canciones a través de celulares. Más adelante será una aplicación para telefonía, tablets y desarrollo de un dispositivo propio, del que todavía no pueden contar demasiado. “Si no hay que dormir hasta que esté todo perfecto, no se duerme”, tira Caselli, ultimando un proyecto que no se anda con chiquitas: su intención es llegar desde la Argentina hasta América latina, saltar a los Estados Unidos y más tarde entrar en Europa y Asia.
“A mí me gusta comparar Larala con Amazon porque los dos buscan, dentro de la legalidad, cambiar la forma de percibir y comercializar sus productos, adaptándolos a una nueva era”, expone. Además de Live Nation en gestión de shows —que contrata artistas como una discográfica—, Larala tiene notorias similitudes con Ping —la red social de Apple para iTunes, que no funciona en esta región—. Es un punto de encuentro con servicios que desembocan en la adquisición de canciones. Pero si, según Caselli, la empresa de la manzana plateada ofrece grandes nombres en su catálogo, ellos, en cambio, prestarán más atención a nuevos artistas y mercados. “Para iTunes es complicado negociar país por país, como les piden las discográficas. Como les cuesta comercializar sus catálogos en esos territorios, ponen su esfuerzo en los siete u ocho mercados más grandes, dejando de lado otros como la Argentina, Perú, Chile, Ecuador. Seguramente les interese estar ahí, pero las discográficas son tan burocráticas que se les torna poco viable. Ergo: creo que existe un gran lugar para startups locales, pero deberán ofrecer un diferencial.”
Y Caselli sueña en grande. “Tenemos un sentimiento, somos como el tipo de bandas que apunta a revolucionar el mercado de la música. Pero si hoy nos creyésemos Los Beatles, estaríamos perdidos”, piensa. Por eso, como todavía no salieron con todo, se siente más afín con los grupos “que no tienen acceso a ninguna discográfica y tocan en galpones, se filman y suben sus videos a YouTube, pero que aspira a ser algo como Los Beatles”. No hace mucho, al tipiar Larala.com, el sitio nos devolvía un blanco total que recordaba al disco doble de los FabFour. Ya no es así. Larala está online —en versión beta— desde fines de diciembre, y sigue sumando artistas, espacios y productos. “Es una cocina total”, explica Caselli, quien, por otra parte, es sólo uno de los fundadores (Pablo Canceliere y Javier Marin provienen de la industria que quieren reformar). En casi su mayoría, firmaron con artistas que son compositores de sus propias canciones (Tom Geiger, La Serena, Fruto Gris, Kuff & Links y Summerhouse). Ellos se encargan de promocionar su obra, y la ejecución queda dentro de la editorial de Larala.com y de Universal Music Publishing. “Tenemos el acuerdo de co-edición a nivel mundial”, señala sin dar demasiados detalles.
Vale recordar una escena de The Social Network. Al creador de Napster —interpretado por Justin Timberlake— le dicen que los grandes sellos fueron los vencedores en la guerra desatada contra aquel servicio de descarga: “¿Querés comprar un Tower Records?”, responde dejando KO al que le había hecho el comentario. Ya pasó una década del zeitgeist con cara de gato que cambió la industria de la música para siempre. Pero sus coletazos aún se sienten. Caselli tira un mantra por el que aguarda el éxito: “Sin usuarios no hay nadie a quien mostrar contenido, y sin buen contenido no se atraen usuarios”. Es que la situación no es segura ni para los que ayer eran banca. Incluso MySpace (sin dudas la red social con mayor potencial para la venta de música digital) ya cerró filiales (¡qué será de sus secret shows!). Ahora se asociaron con Facebook y se rediseñaron como un portal de entretenimiento. Caselli gambetea bien: “Creo que todos esos ejemplos se asemejan en algo en donde Larala.com es diferente, y es que no tienen contenido propio. En el caso de las discográficas tradicionales, el problema es que están sacándoles el último jugo a sus viejos fonogramas de los cuales son dueños y no se adaptaron a la era digital. Hoy hay más música que en cualquier momento de la historia. Hay música en todos lados y en todas las formas. Pero hay un negocio que está cambiando, no tanto en su esencia sino en la forma de ser comercializada y percibida. Y los grandes players no se están adaptando a este cambio”.
REDPANAL.COM LA CANCION DEL SOFTWARE LIBRE
RedPanal funciona como un cadáver exquisito de música; aunque podría irse más allá y decir que todas las teorías aplicadas a Internet y a las redes sociales (de la horizontalidad, de su infinitud, de su cuerpo biológico autosustentable, de los seis grados de separación entre las personas) hubiesen encontrado sustento en este barco de sonidos. Matías Lennie Bruno, su director, prefiere definirla como “una comunidad de música libre y colaborativa. Un proyecto que utiliza la web como espacio de encuentro de músicos para crear música. Una herramienta para que los músicos puedan componer e interactuar con los demás. Potencia artística en red y colectiva”, lanza.
¿Y cómo funciona? Por un lado da la posibilidad de subir las canciones, no sólo de las mezclas finalizadas sino de cada uno de sus componentes por separado (una pista de guitarra, un loop de bajo, un rulo de tambor). De esta forma, el autor permite que los demás tomen y reelaboren lo ya realizado. Y como todo el material lleva una licencia Creative Commons (lo cual permite liberar algunos derechos reservados, con un concepto más abierto a la reproducción, circulación y fusión), proponen un intercambio de música distinto al sistema de copyright. Como si la “inteligencia colectiva” taringuera generara miles de mashups, remixes y sampleos.
En su blog sugieren que durante la última visita de Paul McCartney a nuestro país le habrían prestado una guitarra a cambio de que el ex beatle les liberase un tema bajo CC. “Seguro que John lo hubiese hecho”, lo habrían pinchado. Finalmente le cedieron una Gretsch color verde ante una mueca graciosa del de Liverpool. “En realidad Paul llegó a nosotros”, tira más pistas al NO Lennie Bruno. No se develará aquí si es cierto que el bajista les planteó que “él solo era más importante que todo el movimiento de Cultura Libre”, pero hay algo en el mito que tiene bastante que ver con el trabajo de RedPanal: cierto purismo analógico junto a la procreación digital. Para él, en definitiva, RedPanal se trata de “un proyecto cultural y social antes que tecnológico”. “Nos consideramos artistas involucrados con nuestro tiempo y los conflictos de nuestra sociedad. Creemos que tiene que haber un mundo mejor y que el arte tiene que jugar un rol en esa alternativa”, hincha el pecho.
Un antecedente a RedPanal puede ser lo que hizo Danger Mouse en 2004. La mitad de Gnarls Barkley lanzó su Grey Album (mezcló sin permiso el White Album de Los Beatles con el Black Album de Jay-Z), generando una buena discusión sobre el copyright pero, sobre todo, música con las neuronas y gadgets del nuevo siglo. A ese espíritu RedPanal le suma la bandera de la patria grande: “Podríamos decir que nos gusta la actitud del rock, la potencialidad disruptiva de la tecnología digital y el sonido latinoamericano como diferencial”, expresa Lennie Bruno.
La comunidad panalera cuenta con más de 4 mil músicos de todo el mundo —en especial de Iberoamérica— y lograron que Los Pericos, La Portuaria y DJ Stuart, entre otros, se interesaran en su plataforma. “No existe un perfil puntual del usuario-creador. Podemos decir que los más activos son jóvenes con algún manejo de tecnología de grabación casera. Pero se mezclan muchos que vienen del mundo del rock, con algo electrónico, también folklórico. Por suerte la diversidad se ha apoderado de la casa”, señala el guitarrista y estudiante en la Facultad de Ciencias Sociales. El otro gestor de RedPanal fue el técnico de sonido y sitarista Guido Pera. “Queríamos profundizar los aspectos que más rescatamos de la web en el ámbito de la música: democratización y simetría entre los que participan.”
Ahora están sumando nuevas herramientas. “Una es la de recuperación de información musical, el sistema te saca automáticamente data de los archivos que suben los usuarios: tono, tempo, etcétera. Es un desarrollo de avanzada que, como todo lo que hacemos, funciona con software libre”, declaran. Porque si bien ya existen comunidades de este tipo (en Indaba Music te relacionás a partir de perfiles de músicos, ves sus sesiones, fotos y demos), RedPanal está en sintonía con proyectos como Jamendo o Magnatune —y actores como la Fundación Vía Libre, FM La Tribu o Solar—.
Y el laboratorio no para. En los últimos meses estuvieron trabajando en el desarrollo de una mesa táctil, multitouch, para poder hacer performances de RedPanal en vivo. O sea, seleccionar, remixar y procesar el sonido generado por la comunidad en tiempo real. Se llama Sinetesik, fue creada junto al artista electrónico Lifo Fernández, y presentada en el marco de ArtFutura 2010.
Lennie Bruno recuerda dos experiencias con especial cariño: una fue el concurso de remixes junto a Mariana Baraj. “Es una genia del folklore local. Grabamos una serie de pistas y las liberamos para que la comunidad reelabore. Los resultados fueron excelentes”, recuerda con emoción. Y así renacieron más de cincuenta temas, hechos por usuarios de todo el mundo. Después la cantante sacó como bonus track el tema ganador (Alomejo luego no vuervo) en su último disco y un usuario de San Juan hizo un videoclip con su versión. “Otro hecho muy lindo para nosotros fue la participación de RedPanal en una charla central de Wikimania 2009. Ahí estuvimos junto a Richard Stallman haciendo la Canción del software libre. Una risa, en verdad”, dice. ¿Si está subida a RedPanal? Al menos se puede ver en YouTube a sus mentores al ritmo de: “Unete, comparte el software, libre serás, hacker libre serás”.
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