Acaba de irse una chica del local. Quería comprar algo de Joan Miró. Le recomendé que se llevase la lámina de Gustav Klimt con una mujer de cuello dorado, pelo enloquecido y ojos bien abiertos. Me hizo caso. Ella no se había dado cuenta de que era una chica Klimt (todas lo son). Se me habían acabado los Miró.
domingo, 7 de agosto de 2011
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Yo inconcluseo, tú ¿inconcluseas?