La película del neorealista Luchino Visconti tenía a uno de los elementos naturales en su título (la tierra) pero su quid pasaba por otro de ellos (el agua). Ayer, en la última jornada del año de Inconcluso, el realismo (con sus suavidades y exageraciones) y la humedad (la de afuera, guachísima, venía con el peor de los pronósticos), tomaron como un vendaval la sede del CCEBA de Paraná. Nunca más acertado el nombre de la calle para dos personas que se criaron a orillas de su río. Liliana Herrero y Marcos López (dos viejos amigos, para mi sorpresa, tan parecidos en su forma de tensionar lo popular) desplegaron un arsenal de cantos y colores tierra adentro.Herrero leyó un artículo titulado '¿En qué pienso?'. Habló de un proyecto terminado, su disco doble 'Litoral' pero que siente inconcluso (una vuelta de tuerca más al concepto). Otro proyecto que tiene ahí, aguardando, es un disco acerca del fuego (elemento que tendría que ver con su apellido). Y para reflexionar cantó (la acompañaron desde el público), habló de la marina y sus aires concilitorios, de los ríos -claro-, de su infancia, de Sosa, de Falú, y de su destino hacia el este.
Hay mucho más, pero va a salir de a poquito. Igual que a la vuelta de un largo viaje, las sensaciones están tan incorporadas que es difícil poder sacarlas pa' fuera.


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